“Las palabras se han hecho para expresar las ideas y si no se perciben las ideas, las palabras sólo inducen a error”

Uno de los conceptos tal vez más desvirtuados en los últimos tiempos es el que se refiere a la llamada “alimentación sana“.

Para algunos es sinónimo de “comer verduritas” y dejar la carne. Para otros es señal de esfuerzo e insatisfacción. Para los más representa un esfuerzo adicional, imposible de cumplir por la falta de tiempo o de dinero.

Y aquellos que logran dejar todo esto de lado y se animan a auto titularse “naturistas”, pasan por situaciones de exclusión o son mirados con una sonrisa compasiva, sin dejar de mencionar las familias que se dividen en dos grupos con sus comidas respectivas y que a veces poco se diferencian de los Montescos y los Capuletos…

En realidad, la alimentación se ha convertido hoy en un verdadero problema, y en este mundo tecnificado deberíamos reaprender el verdadero concepto de la palabra alimentación y entender qué es algo sano.

El acto cotidiano de alimentarse ha perdido su relación con la naturaleza, con lo sagrado, con su verdadera posibilidad de nutrición. Teóricamente, alimentarse es nutrirse, como acción de introducir en el organismo las sustancias necesarias, denominadas nutrientes, para desarrollar las actividades vitales. Pero generalmente sucede que nos alimentamos sin nutrirnos adecuadamente.

Las razones son múltiples. Externas, como producto de una sociedad consumista que introduce alimentos desvitalizados, modificados desaprensivamente y carentes de nutrientes, y otras personales, producto de un entorno que propone alcanzar cuerpos ideales (e irreales) obligándonos a alejarnos cada vez más del propio cuerpo, transformándolo en un verdadero “cuerpo en exilio” del que sólo parecen importar las formas y no el contenido, ese contenido que nos hace seres humanos en evolución.

Desde nuestro punto de vista, por cierto compartido por muchos, alimentarse es un proceso que nos invita a estar atentos a nuestras necesidades, a saber registrar y elegir aquello que nuestras células requieren. No puede, por tanto, ser un momento vivido como un “mal necesario” o un simple momento para dejar de tener hambre. Por el contrario, es uno de los grandes momentos de la vida.

La alimentación incorrecta, tanto en cantidad como en calidad, es el origen de innumerables enfermedades. Los factores de riesgo se han expandido entre la población de manera alarmante. Una de sus consecuencias, la obesidad, ha sido declarada epidemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y estadísticas otrora imposibles de creer circulan por los medios científicos:

La obesidad afecta al 40% de los británicos, y científicos y médicos de varios centros y universidades de Escocia han alertado acerca de este problema al que se han propuesto combatir por todos los medios. El Dr. John Speakman, profesor de la Universidad de Aberdeen (Escocia) aseguró: “si el Reino Unido no adopta rápido medidas contra el problema de la obesidad, la población británica terminará como la de Estados Unidos, en donde más de la mitad de su población adulta sufre esa enfermedad”.

En Estados Unidos, un país donde reina lo “light” y lo “diet, hacia 1991 este problema afectaba a uno solo de sus 50 estados. Cuatro años más tarde, en 1995, más de 25 estados sufrían este problema y en 1999 la obesidad afectaba ya a las tres cuartas partes de la población.

Y en cuanto a la palabra sano, está tan cargada de connotaciones personales, familiares y culturales, que tratar de definirla en su acepción más común nos llevaría nuevamente a dividirnos en dos grandes grupos, cada uno de los cuales afirmaría que la salud está de su lado.

Es así que nos hemos propuesto hablar de una alimentación natural y adecuada que pretende respetar los propios tiempos de las personas y ayuda a encontrar una actitud integral ante la alimentación, que es lo mismo que decir frente a la vida.

Comer natural no significa tan sólo hacerse vegetariano u horrorizarse frente a una tira de asado. Implica en cambio el conocimiento de una alternativa que comprende a la persona como ser total y es, ante todo, una elección.

Decimos también que es adecuada porque tiene que ser practicable en todo momento, sin dejar de lado la alegría de comer, y no tiene que basarse en exigencias extremas, creencias o ideas irracionales, con el reconocimiento de que somos hacedores de nuestra propia realidad.

Entendemos que las opciones deben ser reales y convincentes, pero es indispensable comprender que hoy, frente a una realidad tan cambiante, es necesario también tener un mínimo de conocimientos sobre nutrición. Nuestras costumbres y nuestro aprendizaje tradicional deben dejar paso a las nociones modernas de nutrición, que han ido variando de requerimientos basados en calorías para un “hombre-máquina” a conocer la influencia a nivel celular que producen los antioxidantes.

Toda modificación es un proceso y es nuestro deseo acompañarles. Seminarios y cursos están a tu alcance.

Permitinos ayudarte a encontrar una forma de alimentación que integre:

> Una filosofía de vida que tenga en cuenta los cambios evolutivos de la humanidad.
> La forma en que nos relacionamos con el medio ambiente.

Y por sobre todas las cosas,
> tus necesidades particulares, eje de toda transformación, y que te llevarán a conectarte con tu lugar en el mundo.

Es tiempo ya de que comprendamos el verdadero significado de una alimentación sana y compensemos las deficiencias de un mundo cada vez más tecnificado que nos aleja de lo simple y natural que es la naturaleza misma.

Por Lic. Juana Tucci
Directora de IATENA